Los niños suelen enfadarse y sacar mal genio por diversas razones. Desde el tener que levantarse temprano, hasta no poder ver la televisión cuando quiere. Aparte de eso, los niños suelen enfadarse porque tienen que irse al colegio cuando quieren estar sin hacer nada en casa, cuando no quieren irse a dormir en la cama, y por lo general por las cosas que no pueden cambiar.
1- Que el niño con mal genio haga mucho ejercicio físico. Juegue al aire libre y practique su deporte favorito. El kárate está muy indicado para los niños que quieren dominar su genio.
2- Que el niño se sienta lo suficientemente seguro y convencido de que, con la ayuda de sus padres, él podrá controlar su temperamento.
3- Que el niño aprenda a expresar sus sentimientos con palabras. Decir qué es lo que le molesta y fastidia, antes de perder el control de otra forma.
4- Que el niño consiga desconectarse de la situación que le molesta. Por ejemplo, si se enfada con alguien, mejor que se aleje un rato de esta persona y solo recupere el contacto cuando esté más calmo.
5- Que el niño se acostumbre a pensar en su habitación. Si el niño explota con los padres o hermanos, debe ser enviado a su habitación para pensar y calmarse. Que él vea que eso no es un castigo y sí una manera de tranquilizarse.
6- Que el niño sea animado a exteriorizar lo que siente, bailando, escuchando música, tocando un instrumento, escribiendo, dibujando, pintando... También a probar el ejercicio de “sé como un volcán”: que se ponga de pie con los pies bien juntos. Junta las palmas de las manos delante del pecho y aprieta una contra la otra. Luego separa las piernas de un salto al tiempo que levantas las manos por encima de la cabeza y después las separas dejándolas caer a ambos lados del cuerpo. Mientras lo hace, emite el sonido explosivo (¡PUUUFFFF!). Pide al niño que él se imagine siendo un volcán, expeliendo fuego, lava y vapor. Al terminar, el niño debe hacer tres inspiraciones profundas. Es muy probable que el enfado que él sentía se haya perdido.
7- Que el niño se de cuenta que sus esfuerzos para controlar los impulsos tienen buenos resultados.
Es muy importante que los padres del niño no se porten de igual manera que ellos, en su mal genio. Y que sean, ante todo, un ejemplo de tranquilidad y serenidad al hablar con ellos, incluso cuando están enfadados. Cuando el niño esté nervioso, lo mejor es no reñirle ni juzgarle. Eso empeorará la situación. Mejor permanecer en silencio.
1- Que el niño con mal genio haga mucho ejercicio físico. Juegue al aire libre y practique su deporte favorito. El kárate está muy indicado para los niños que quieren dominar su genio.
2- Que el niño se sienta lo suficientemente seguro y convencido de que, con la ayuda de sus padres, él podrá controlar su temperamento.
3- Que el niño aprenda a expresar sus sentimientos con palabras. Decir qué es lo que le molesta y fastidia, antes de perder el control de otra forma.
4- Que el niño consiga desconectarse de la situación que le molesta. Por ejemplo, si se enfada con alguien, mejor que se aleje un rato de esta persona y solo recupere el contacto cuando esté más calmo.
5- Que el niño se acostumbre a pensar en su habitación. Si el niño explota con los padres o hermanos, debe ser enviado a su habitación para pensar y calmarse. Que él vea que eso no es un castigo y sí una manera de tranquilizarse.
6- Que el niño sea animado a exteriorizar lo que siente, bailando, escuchando música, tocando un instrumento, escribiendo, dibujando, pintando... También a probar el ejercicio de “sé como un volcán”: que se ponga de pie con los pies bien juntos. Junta las palmas de las manos delante del pecho y aprieta una contra la otra. Luego separa las piernas de un salto al tiempo que levantas las manos por encima de la cabeza y después las separas dejándolas caer a ambos lados del cuerpo. Mientras lo hace, emite el sonido explosivo (¡PUUUFFFF!). Pide al niño que él se imagine siendo un volcán, expeliendo fuego, lava y vapor. Al terminar, el niño debe hacer tres inspiraciones profundas. Es muy probable que el enfado que él sentía se haya perdido.
7- Que el niño se de cuenta que sus esfuerzos para controlar los impulsos tienen buenos resultados.
Es muy importante que los padres del niño no se porten de igual manera que ellos, en su mal genio. Y que sean, ante todo, un ejemplo de tranquilidad y serenidad al hablar con ellos, incluso cuando están enfadados. Cuando el niño esté nervioso, lo mejor es no reñirle ni juzgarle. Eso empeorará la situación. Mejor permanecer en silencio.
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