Ninguna familia es perfecta. Incluso en el hogar más
feliz surgen problemas y la gente discute de tanto en tanto.
Generalmente los miembros implicados exponen abiertamente
lo que les preocupa y hablan sobre ello.
Todo el mundo se tranquiliza y la vida vuelve a la normalidad.
Ser parte de una familia significa arrimar el hombro e intentar hacerle la vida
mejor a los demás.
Las discusiones suceden y no pasa nada.
Con amor, comprensión y un poco de esfuerzo,
las familias pueden solucionar casi cualquier problema.
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